Os dejo un anticipo
de ella.
Una brisa de viento la devolvió a la realidad. Sentía un
poco de dolor en la mejilla. Cogió su bolsa de aseo y se dirigió a los lavabos;
allí, se miró en el espejo y en él se reflejó una joven humillada. Sintió rabia
de sí misma. No iba a permitir que un hombre le pegara por muy enamorada que
estuviera, una vez y nunca más. No habría otra ocasión, no pasaría de nuevo.
Miró la marca que le había dejado. Sus ojos se estaban
poniendo un poco morados, así que se los maquilló para disimular el moratón.
Salió de allí y volvió al coche. Imaginó que cuando terminara su visita,
tendría que volver, y eso la hacía temblar de miedo. Así que decidió que
estaría en aquella ciudad hasta que se le acabara el dinero que llevaba y,
después, ya pensaría qué hacer.
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