“Volví a sentir
unas inmensas ganas de vivir
cuando descubrí
que el sentido de mi vida
era el que yo le
quisiera dar”
Paulo Coelho
BRUMA
OSCURA
I
Todas
las ciudades y los hechos, al igual que los personajes que aparecen en este
libro, son fruto de mi imaginación. Cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia.
El
asesino que surgió de la niebla.
Alan
El
timbre del teléfono suena varias veces, mientras me despierto atolondrado por
el sueño. El ruido que hace el maldito auricular suena demasiado estridente
dentro de mi cabeza. Me levanto de la cama, tambaleante, antes de llegar al
teléfono, el cual está en el salón, en una mesita cerca de la puerta de
entrada.
Me
duelen los ojos, abro y cierro mis párpados varias veces, antes de que se
acostumbren a la tenue luz. Miro por la ventana, buscando una brizna de
claridad. Tenía la persiana medio bajada, por ella veo la oscuridad de la
madrugada, que se cierne sobre la ciudad. Descuelgo el auricular, escucho la
voz de mi compañero que me dice:
—Buenas
noches comisario, perdone que lo despierte, necesitamos su ayuda.
—No
se preocupe por mí, cuénteme, ¿qué ha sucedido? —le pregunto intrigado.
—Un
crimen, señor, estamos en la ciudad vieja, en la calle Wine número 35.
—De
acuerdo, llegaré dentro de media hora.
—Aquí
le esperamos, hasta luego.
Cuelgo
el teléfono. Me dirijo al cuarto de baño, tengo que lavarme la cara con agua
fría para despertarme del todo. Lo primero que hago es abrir el grifo y recoger
un puñado de agua en las cuencas de mis manos, me lo estampo en la cara, cojo
la toalla y seco mi rostro mientras me miro en el espejo, con mis ojos de color
azul claro. Soy alto, moreno, aunque me parece que por poco tiempo, he visto
que tengo una cana, un pelo casi blanco, este acampa a gusto en mi negra
cabellera. Tengo más de cuarenta y dos años y creo que no estoy mal del todo.
Miro
el reloj, son las cinco de la mañana, me han dado una mala noticia. «¿Quién habrá
muerto?», me pregunto mientras me visto.
Soy
el comisario Alan Barton. Vivo en Black Mists, es una ciudad grande, por el
centro de la misma pasa un río, el cual la divide en dos partes; a un lado, la
parte que es muy antigua y vieja, en la cual parece que
el tiempo no ha pasado. La otra es más viva y moderna. El río es muy caudaloso,
las aguas que lleva tienen un olor pestilente. Tengo la impresión de que en la
vieja ciudad es como si nada hubiese evolucionado. Las calles están empedradas,
el pavimento es de color oscuro, la humedad que hay sobre el suelo es muy
consistente. Los coches no pueden circular por ellas, porque son estrechas y
deterioradas.
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