jueves, 14 de julio de 2016


Título: El águila de los sueños.
Autora: María González Pineda
Narrativa: juvenil infantil.
Página: 125
Cuentos ilustrados

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                           Sinopsis
Toni te contará unas historias muy tiernas que te llevarán a hacer un viaje por bosques encantados y llegar al mundo de la magia. En las noches de luna llena los árboles cantan dulces melodías que el viento lleva, para que los sueño sean reparadores.
Porque sin árboles, sin pájaros, sin mariposas y sin el color de las flores no tendríamos sueños, y sin sueños, el águila de los sueños no podrá volar.

El águila de los sueños

Toni vivía con su madre y su abuela; su padre se había marchado unos años atrás y él no llegó a conocerlo, por eso le guardaba un cierto rencor. Sufría los problemas económicos por los que pasaba su familia, aunque él se limitaba a observar y callar, pues no tenía edad para poder opinar, lo único que hacía era ausentarse de la realidad.
Un día, después de llegar del colegio, el niño bajó al riachuelo que pasaba cerca de sus campos de cultivo, se sentó debajo de un árbol y empezó a tirar piedras al río.
Le gustaba escuchar el sonido hueco que producían las piedras al caer al agua, ver las ondas que se formaban y que luego, desaparecían con gran rapidez.
Una de las veces que Toni tiró una piedra al río, escuchó una voz suave y dulce.
—¿Quién está hablando? —preguntó Toni. Miró a un lado y a otro y no vio a nadie.
—Miras para todos los lados menos adonde estoy yo —respondió la vocecilla.
El niño miró al río y vio un pez que asomaba la cabeza; no podía creérselo, ¿se estaba volviendo loco? O ¿era verdad que el pez estaba hablando?, pero si él sabía muy bien que los peces no hablaban.
—Ya está bien de tirar piedras con tanta fuerza, ¿qué tienes en contra de nosotros? —preguntó el pez.
—Tengo mucha rabia
—¿Y por qué tienes tanta rabia?
—Tú no lo entenderías.
—Prueba, a lo mejor te sorprendes.
—Pero tú qué vas a saber de mí, si no sales del agua.
—Jajaja —soltó una carcajada el pez—. Sé muchas cosas de ti que tú no te esperarías.
—¿Sí?, ¿cómo qué?
—Sé que tú estás enfadado con tu padre porque crees que él te abandonó.

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