jueves, 1 de octubre de 2015

Dos días y tres noches


Dos días y tres noches 

Se inclinó para ver mejor la imagen de la pantalla, y, sin saber cómo sucedió, estaba acorralada contra la mesa y su jefe le desabrochaba la blusa.
Su corazón comenzó a latir a mil por hora, ¿qué debería hacer ella?, ¿salir corriendo y dejarlo? De todas maneras, a la mañana siguiente estaría despedida. Por su cabeza se cruzaban mil ideas, y ante lo que menos esperaba, se quedó paralizada; su jefe ya tenía sus pechos en la boca y sus manos sobre la espalda, acariciándola. Aquello le estaba calentando la sangre 

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