lunes, 21 de septiembre de 2015

el águila de los sueño











No había tiempo ni era la ocasión para un debate, así que todos estuvieron de acuerdo en esperar el momento oportuno para comenzar el ataque. Era urgente que la intrusa abandonara el bosque para siempre. Pocos días después de la reunión, la suerte pareció estar de parte de los animales cuando vieron a la bruja no muy lejos de la cascada. Entonces el puercoespín anunció:
—Vamos, ahora está en el mejor lugar para el ataque.
Todos los animales se pusieron en posición. Ya todos sabían qué debían hacer. A la voz de mando de Pepito, los tabarros iniciaron el ataque lanzándose ruidosamente con sus zumbidos al tiempo que la picaban con sus aguijones.
—¡Malditos animales, fuera de mi vista, fuera malditos bicharracos! —gritaba furiosa la bruja mientras las águilas, incansables, para no darle tiempo a conjurar un hechizo para defenderse, tiraban entre varias de las trenzas con sus picos arrastrándola hasta el borde de la cascada. Allí la esperaban las cabras montesas que con varios topetazos lograron empujarla hasta el borde del precipicio, donde perdió el equilibrio, cayó al agua y la corriente se la llevó. Todos los animales gritaron de júbilo entre aplausos y enhorabuenas entre sí. Después, se retiraron satisfechos a sus nidos y madrigueras, cansados pero felices. El puercoespín Pepito y el conejo Equino estrecharon sus manos.
—Ya no hay peligro, amigo, todos unidos hemos vencido a la malvada bruja, ya no nos hará más daño. Este bosque ya está libre de amenazas, y pronto se repoblará de árboles.
—Por supuesto, amigo Pepito —suspiró exhausto el conejo Equino y, feliz, movió con gracia su bigotito.

—Toni, este cuento es triste y simpático al mismo tiempo, pero ¿cómo se te ha ocurrido ponerle al conejo «Equino»?—Bueno, es fantasía, podía ponerle otro nombre, pero conejo caballo ¡jajaja!
—No te burles del nombre de pobre conejo y sigue, Toni, quiero que me leas todo lo que te queda —dijo Paula emocionada.
—Este creo que te va a gustar mucho.






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